Estoy empezando
a tener complejo de torero. Cualquier cosa que hago, ya sea buena o regular, siempre viene seguida de un
“Oleeé” de los padres primerizos.
—¡Olé Maia, has agarrado el trozo de
pan con dos dedos! —dijo el tipo que se dejaría patear sus pelotas antes que
ver cómo me sacan sangre del brazo otra vez.
—¡Olé Maia: has aplaudido con las
dos manos; Oleeé! —dijo mami, mucho más efusiva que el tipo sin pelotas.
—¡Olé Maia: has dicho papá: papá,
papá —dijo él.
—¡Olé Maia: has dicho mamá: mamá,
mamá —dijo ella.
En serio: ¿Cualquier cosa que haga a
partir de ahora va a ir acompañada del maldito “Oleeé Maia” con cara de
panolis?
Comerse una chuleta de cordero bien merece un olé
Por suerte hay fines de semana que vamos
a casas en donde la gente no me toma como un torero y no me dice todo el rato: “Oleeé
Maia”; aunque la última barbacoa a la que fuimos era mayoritariamente española.
Los padres primerizos tenían que
comprar algo para compartir en la barbacoa que Guille y Vane había montado para
la inauguración de su nueva casa cerca de la playa. La carretera les llevó
hasta un centro comercial muy grande que estaba de paso. Entonces mami le dijo a
Pelotari qué comprar:
—Yo llevaría unas patatillas, un
poco de pan rico y una tabla de quesos.
Pelotari no dijo nada porque estaba
concentrado buscando aparcamiento. Puso cara de estar pensando algo importante
y al rato le dijo a mami.
—Será mejor que vayas tú a comprar.
Y mami le preguntó:
—¿Y qué compro?
—No sé, unas patatillas, un poco de pan
rico y una tabla de quesos…
Era mi momento de lanzarles a los
padres primerizos un Oleeé bien merecido. Al final, mami compró un pastel de
queso.
Llegamos tarde a la nueva casa de
los amigos de los padres primerizos. Toda la gente quería acercarse a mí y los
padres primerizos se turnaban para llevarme en brazos. Cuando estaba en brazos
de mami, la gente se acercaba a nosotras y nos soltaba.
—Es una pasada lo que se parece la
niña a su padre.
Mami no decía nada y sonreía sin
mucho entusiasmo.
Cuando era Pelotari el que me
sostenía en sus brazos, y otra gente se acercaba a verme solían soltar un esclarecedor:
—¡Cómo se parece Maia a su mama!,
¿verdad que sí, Maia?
Pelotari tampoco replicaba y se
limitaba a sonreír como si estuviese oliendo mierda de un bebé que no era yo.
Maia y el caballo azul
Después de un rato, la familia se
reunió en un punto neutral de la casa y se analizó, de un modo torero, lo que estaba
pasando.
—Vane me ha dicho que la niña se
parece tanto a ti —dijo Pelotari
—Oleeé mi niña se parece a mí —saltó
de alegría mami— Pero bueno, Guille me ha dicho que la niña se parece a ti.
—Oleeé, mi niña se parece a mí
—ahora el que saltaba de alegría era Pelotari— aunque el chico aquel me ha
dicho…
No aguanté más y me puse a llorar.
No podía aguantar un Oleeé más a mi costa. Teníamos que regresar a casa de
inmediato. Quería enfrentarme al espejo del lavabo para ver si había alguna
puerta en la que estuviera escrito “Maia Torera” y así poder ver mi futuro. En
el coche no se oyó ningún olé.
Mami me cogió en brazos al llegar a
casa y me puso frente al espejo antes de meterme en la bañera. Era mi momento.
Miré dentro del espejo y me adentré por los pasillos en donde estaban las
puertas que escondían todas las posibilidades de mi futuro. Busqué la puerta en
el pasillo número 3, que era la zona de “espectáculos y variedades”, y allí
estaba la puerta que ofrecía mi futuro en el mundo taurino. Abrí la puerta y me
encontré con el cartel de mi futura primera incursión en el mundo taurino.
La Opera House de Sydney...antigua sala de conciertos
“Gran Presentación de la Primera
Corrida en la Opera House de Sydney de la fabulosa Maia, la primera
Torera-Surfera del mundo…”. Cerré la puerta de golpe y volví a la realidad de
ésta parte del espejo. Mami me sujetaba por la cintura y me volvió a repetir…
—Oleeé Maia, mira qué guapa es la nena
del espejo…
“…en la Opera House de Sydney… Maia,
la torera-surfera…, Oleeé Maia…”. Miré a la nena del espejo y le amenacé señalándola
con el dedo:
—Tía, ni se te ocurra en el futuro
meterte a torera. ¿Lo pillas o te tengo que decir Oleeé una vez más?
Albert Pla. "Papa, jo vull ser torero"
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