lunes, 22 de abril de 2013

Empatía entrópica



      Me desperté mirando al techo de mi habitación con un ataque de tos seca que ya quisiera un fumador empedernido. Mi cabeza seguía pensando en Daku, pero ya no estaba en su cuerpo. El techo de mi habitación no tiene estrellas y lo más cercano a la naturaleza que hay es la mirada permanente de Owlie —el búho que cuida de mi por las noches—, así que le pregunté qué tal había dormido esa noche, por si él había notado algo especial.
       —Fue una noche muy entrópica, Maia.
       —¿Entrópica?, ¿qué narices es eso? —le pregunté.
     —Teniendo una madre Doctora en Física deberías saberlo: la entropía es la ley del desorden. Todo lo que se puede desordenar, se desordenará. Imagínate que tiras un vaso de vidrio al suelo…
       —¿Con leche? —le interrumpí
       —Si, qué más da. ¿Qué le sucede al vaso?
      —Pues que Matusalén recoge los trozos de vidrio, limpia la leche con la fregona y mami me riñe; pero como soy guay, le sonrío de esa forma pícara que tanto les gusta y aquí no ha pasado nada —sonreí.
       —Bueno, ya veo que la Física no va a ser lo tuyo —dijo Owlie en voz baja.
     —Ya veremos, colega. Igual me hago Doctora en Física igual que mami. Miraré dentro del espejo del lavabo y le echaré un vistazo a la puerta de mi futuro que ponga: “Maia Doctora en Física”.
       —Bueno, para que me entiendas: esta noche te moviste más de lo normal…
       —Así que tuve una noche desordenada.
       —La vida es desordenada, querida Maia.
       Dejé al filósofo de Owlie dormir en mi ausencia y les grité a los padres primerizos para que me viniesen a buscar a la cuna. Tenía ganas de llegar pronto a la guardería y contarles a mis amigas lo que me había ocurrido.
                                              Entropía en la caja de juguetes de Maia
 
      Cuando llagamos, todos estaban desayunando. Esperé que se acabasen los cereales y les conté a mis amigas de la BabyRoom las aventuras de mis últimas 24 horas; pero sus miradas y la caras de “tía, qué mal estás de lo tuyo” me dejaron claro que no se estaban creyendo ni una sola de mis palabras.
       —¡Os juro que me pasó todo eso! —dije cabreada.
       —Eso me suena a un caso típico de “Empatía con el otro” —dijo Amaya, que últimamente estaba de lo más sabihonda.
     —¿Empatía? ¿Entropía?; qué pasa que hoy os ha dado a todos por ir de cultos —dije yo, que seguía con mi tos seca después de haber dormido en la playa.
      —Mira, te cuento un ejemplo de empatía muy fácil de entender: Imagínate que estás en una habitación y alguien bosteza: ¿a que todo el mundo bosteza? Pues eso es empatía —dijo Amaya.
       —¿Y qué pasa si alguien no bosteza? —pregunté.
      —Entonces el que no bosteza es un asesino, porque no tiene empatía. Lo explicó el otro día mi padre. “La empatía es bostezar cuando otro bosteza. Si no lo haces, es que eres un asesino” —soltó sin despeinarse.
            —Qué miedo, ¿no? —Dije yo— ¿Por qué no hacemos la prueba y bostezamos delante del resto de bebés? Así sabremos quién será un asesino en el futuro —levanté las cejas un par de veces —ya sabéis, ese movimiento de: “seamos malotes y hagamos la prueba definitiva para saber en quién no confiar a partir de ahora—. El resto estuvo de acuerdo.
                                                    La empatía del bostezo
      Yo tenía el bostezo más sonoro de la BabyRoom, así que me dispuse a abrir la boca como un león.
    —¡Aaaahhhhgrrrarararaaaaaaaahhhgragaarr! —con mi bostezo dejé bien claro que todos debían mirarme y dejar inmediatamente lo que estaban haciendo.
    El bostezo se contagió por toda la BabyRoom y casi todos los bebés empezaron a abrir la boca. Todos menos uno, que me miró desafiante y mantuvo su boca cerrada tras mi bostezo leonino. Levantó una de sus cejas y la mantuvo en esa posición desafiante hasta que el resto de bebés terminó de bostezar.  El bebé recién llegado y sin nombre conocido volvió a mostrar su cara más oscura. Y yo me cagué de miedo, dejando el pañal con una entropía tal, que ninguna cuidadora quería cambiármelo.

                                                 La entropía para neófitos

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