jueves, 18 de abril de 2013

Las tierras de Daku



      Llegué al poblado en brazos de mi nuevo padre con ganas de disfrutar a tope mis 24 horas como aborigen. Desde la piscina hasta nuestra tienda bailamos 4 danzas de la lluvia, hicimos dos invocaciones al Rey del Desierto Pirlinyanu y me explico el significado de algunos nombres aborígenes:
       —Ya sabes hijo, que Daku significa “arena de los pobladores de éste continente”; por eso vamos a recoger un poco más de arena de la playa, antes de que se ponga a llover, que hoy nos hemos pasado con las danzas mojadas.
        El poblado Jakamarra está cerca de una playa paradisiaca a la que ningún hombre blanco puede llegar. Yo estuve allí; cogí un puñado de arena con las dos manos, me la metí dentro del pañal y dos minutos más tarde empezó a llover.

                                                       Maia en tierras australianas 
 
      Daku colecciona tierra de diferentes sitios. Teniendo en cuenta que hay niños que se la comen, coleccionar tierra no me parece una mala idea. Lugar al que va, arena que pilla. Tiene arena de una tumba, de dos desiertos, de tres volcanes, de cinco montañas y de doce playas. Las tiene guardada en botes de Nocilla vacíos, con su etiqueta alrededor pegada con celo y la fecha de recogida. Muy profesional. La recoge con la ayuda de su padre, Amaroo, que en lengua aborigen significa “lugar resguardado y silencioso”. Amaroo entró en nuestra tienda de campaña y se frotó la nariz con una mujer que supuestamente era mi madre aborigen y le dijo:
          —Mañana tenemos que marcharnos de aquí: Daku ya tiene la arena que necesita para su cometido.
                                                Aborígenes en tierras australiana
 
       Mi madre aborigen se llama Burilda —que significa “cisne negro sin plumas”— y no colecciona nada. Estaba preparando un pollo desplumado que tenía una pinta exquisita. En la entrada de la tienda había una inscripción escrita en diferentes idiomas que ponía: “Nosotros somos el eslabón perdido”; una fotografía colgada al lado de la inscripción, de los que parecían los tatarabuelos de Daku, le daba todo el sentido a la frase.     
     Llegó la hora de comerse el pollo después de estar practicando un rato con un Didgeridoo —instrumento de viento ancestral de los aborígenes— para bebés. Intentaba hacerlo sonar, pero de allí no salía ni un mísero ruido. Entonces Burilda me pasó un muslo, ella tenía el otro en su mano derecha y Amaroo levantó con las dos manos el resto de pollo hacia el techo. Tocaba la plegaria de antes de la comida
    —Ummmm, Jakamarra Pirlanyu Jakamarra…Que lo rico del pollo se transforme en sabiduría, fuerza y belleza, y que el resto salga rápido fueeeraaa del vieeentreeee…ummmm.
    —Ummmm, fueeeraaa del vieeentreeee —replicamos Burilda y yo, antes de darle el primer bocado al muslo.
     Cuando terminamos de comer, Amaroo sacó un boomerang de una caja de cartón y me enseñó a lanzarlo por la playa. Mientras practicaba con el boomerang me contó  una historia que me dejó con el pañal temblando.
    —Daku, hijo mío, ya sabes que nuestros ancestros fueron arrancados de esta tierra por el hombre blanco; nos quisieron exterminar y al ver que no podían con nosotros, quisieron “endrogarnos” con drogas malas, caca de esa que a tu tío Kanata le hacen ser tan gracioso, pero que tu, Daku, no debes probar jamás…Bueno, a lo que iba. Los hombres blancos deben cumplir su castigo por habernos sacado de nuestras tierras; y para eso estamos recogiendo arena de esos sitios, para cumplir con nuestro cometido de volver a ser la única raza que viva en Australia…Tienes que aprender a lanzar el boomerang y con el “encanto de la arena robada” lograremos volver a ser la única raza que viva aquí.

                                            Amaroo con su boomerang
 
      La noche caía sobre nuestras cabezas aborígenes. Amaroo me metió en las frías aguas de la playa para depurarme de malas vibraciones blancas y antes de volver a la tienda me elevó hacia el cielo —de igual forma que había hecho a la hora de comer con el pollo— y le pidió a los dioses del cielo estrellado que cuidaran de mí.
       —¡Oh dioses del cielo estrellado, cuidad de Daku y convertidlo en el héroe que nuestra raza necesita! Que todas las tierras guardadas en los botes de Nocilla vuelvan a ser sólo nuestras…
       —Prrrrrrrr —sonido de pedorreta, pedo y símbolo de Star Trek a la vez, mirando al cielo estrellado—. No se me ocurrió otra cosa mejor que hacer y Amaroo me miró como si yo no fuera realmente yo.
       —¡Por favor Daku!: como castigo por faltar de esa manera a los dioses del cielo estrellado, esta noche dormirás sobre la arena fría de la playa.
            Y allí me quedé, mirando el cielo estrellado sobre la arena de la playa.

                                              Manel. "Boomerang"

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