Llegué al
poblado en brazos de mi nuevo padre con ganas de disfrutar a tope mis 24 horas
como aborigen. Desde la piscina hasta nuestra tienda bailamos 4 danzas de la
lluvia, hicimos dos invocaciones al Rey del Desierto Pirlinyanu y me explico el
significado de algunos nombres aborígenes:
—Ya sabes hijo, que Daku significa
“arena de los pobladores de éste continente”; por eso vamos a recoger un poco más
de arena de la playa, antes de que se ponga a llover, que hoy nos hemos pasado
con las danzas mojadas.
El poblado Jakamarra está cerca de
una playa paradisiaca a la que ningún hombre blanco puede llegar. Yo estuve
allí; cogí un puñado de arena con las dos manos, me la metí dentro del pañal y
dos minutos más tarde empezó a llover.
Maia en tierras australianas
Daku
colecciona tierra de diferentes sitios. Teniendo en cuenta que hay niños que se
la comen, coleccionar tierra no me parece una mala idea. Lugar al que va, arena
que pilla. Tiene arena de una tumba, de dos desiertos, de tres volcanes, de
cinco montañas y de doce playas. Las tiene guardada en botes de Nocilla vacíos,
con su etiqueta alrededor pegada con celo y la fecha de recogida. Muy
profesional. La recoge con la ayuda de su padre, Amaroo, que en lengua aborigen
significa “lugar resguardado y silencioso”. Amaroo entró en nuestra tienda de
campaña y se frotó la nariz con una mujer que supuestamente era mi madre
aborigen y le dijo:
—Mañana tenemos que marcharnos de
aquí: Daku ya tiene la arena que necesita para su cometido.
Aborígenes en tierras australiana
Mi madre aborigen se llama Burilda —que
significa “cisne negro sin plumas”— y no colecciona nada. Estaba preparando un
pollo desplumado que tenía una pinta exquisita. En la entrada de la tienda
había una inscripción escrita en diferentes idiomas que ponía: “Nosotros somos
el eslabón perdido”; una fotografía colgada al lado de la inscripción, de los
que parecían los tatarabuelos de Daku, le daba todo el sentido a la frase.
Llegó la hora de comerse el pollo
después de estar practicando un rato con un Didgeridoo —instrumento de viento
ancestral de los aborígenes— para bebés. Intentaba hacerlo sonar, pero de allí
no salía ni un mísero ruido. Entonces Burilda me pasó un muslo, ella tenía el
otro en su mano derecha y Amaroo levantó con las dos manos el resto de pollo
hacia el techo. Tocaba la plegaria de antes de la comida
—Ummmm, Jakamarra Pirlanyu
Jakamarra…Que lo rico del pollo se transforme en sabiduría, fuerza y belleza, y
que el resto salga rápido fueeeraaa del vieeentreeee…ummmm.
—Ummmm, fueeeraaa del vieeentreeee
—replicamos Burilda y yo, antes de darle el primer bocado al muslo.
Cuando terminamos de comer, Amaroo
sacó un boomerang de una caja de cartón y me enseñó a lanzarlo por la playa. Mientras
practicaba con el boomerang me contó una
historia que me dejó con el pañal temblando.
—Daku, hijo mío, ya sabes que
nuestros ancestros fueron arrancados de esta tierra por el hombre blanco; nos
quisieron exterminar y al ver que no podían con nosotros, quisieron
“endrogarnos” con drogas malas, caca de esa que a tu tío Kanata le hacen ser
tan gracioso, pero que tu, Daku, no debes probar jamás…Bueno, a lo que iba. Los
hombres blancos deben cumplir su castigo por habernos sacado de nuestras
tierras; y para eso estamos recogiendo arena de esos sitios, para cumplir con
nuestro cometido de volver a ser la única raza que viva en Australia…Tienes que
aprender a lanzar el boomerang y con el “encanto de la arena robada” lograremos
volver a ser la única raza que viva aquí.
Amaroo con su boomerang
La noche caía sobre nuestras cabezas
aborígenes. Amaroo me metió en las frías aguas de la playa para depurarme de
malas vibraciones blancas y antes de volver a la tienda me elevó hacia el cielo
—de igual forma que había hecho a la hora de comer con el pollo— y le pidió a
los dioses del cielo estrellado que cuidaran de mí.
—¡Oh dioses del cielo estrellado,
cuidad de Daku y convertidlo en el héroe que nuestra raza necesita! Que todas
las tierras guardadas en los botes de Nocilla vuelvan a ser sólo nuestras…
—Prrrrrrrr —sonido de pedorreta,
pedo y símbolo de Star Trek a la vez, mirando al cielo estrellado—. No se me
ocurrió otra cosa mejor que hacer y Amaroo me miró como si yo no fuera
realmente yo.
—¡Por favor Daku!: como castigo por faltar
de esa manera a los dioses del cielo estrellado, esta noche dormirás sobre la
arena fría de la playa.
Y allí me quedé, mirando el cielo
estrellado sobre la arena de la playa.
Manel. "Boomerang"
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