jueves, 11 de abril de 2013

Vitamina D: 59 — Gatear: 0



       La gente se pasa el día clasificando cosas. Les encantan las estadísticas y poner números y posiciones a todo lo que les rodea: Que si “la mejor película del año”, que si “el peor vestido de la fiesta”; que si “el equipo con menos goles en la primera vuelta” o la cantidad de Glóbulos Blancos que tiene la sangre de un bebé de 9 meses y medio. Ahí quería llegar yo. No precisamente a los glóbulos blancos que circulan por mi corriente sanguíneo, sino a los datos clasificatorios de mis partículas sanguíneas. O sea, a los resultados del análisis de sangre. A veces me voy por las ramas y me quedo como un mono dando saltos de liana en liana. Aaaahaaa ahaaahaaa —grito de Tarzán para amenizar la mañana—. Tengo que dejar el cloro.
     Mis corpúsculos sanguíneos están casi todos bien. Sólo hay uno que esta bordeando el suspenso. El Doctor Teh no dejó pasar la oportunidad de decirlo el día que fuimos a buscar los resultados de mi análisis de sangre.
       —Maia está a un sólo punto de tener una cantidad de Vitamina D normal.
       —¿Y eso? —preguntó Matusalén sin saber si eso era bueno o malo.
       —El nivel mínimo de Vitamina D es 60, y Maia tiene 59.
            
                                          Maia tiene la Vitamina D a punto 
 
      Me sentí un poco como el Celta de Vigo; el equipo de fútbol de la ciudad de mami. Está a punto de bajar a segunda división, pero todavía tiene esperanzas y se puede salvar. No es que yo esté para el arrastre, ni mucho menos: mi sangre es roja, tengo todos los glóbulos en su sitio y el abecedario de vitaminas que un bebé debe tener, están a un nivel óptimo y saludable. “El patio de mi casa es particular; cuando llueve se moja, como los demás…”, Matusalén tenía cara de estar cantando algo de ese estilo, así que me agaché y recibí la noticia de que un nuevo medicamento tenía que entrar en mi cuerpo para ayudarme a hacer más cosas. Yupi.
      —Maia necesita un complejo vitamínico con alto porcentaje de Vitamina D en su composición —dijo el Doctor Teh.
       —Pues no se hable más —y mami no volvió a hablar. 

                                      Complejo Vitamínico con mucha Vitamina D 

      Compramos el complejo vitamínico en la farmacia que hay junto a la consulta del Doctor Teh y nos marchamos a la guardería. Los padres primerizos parecían aliviados.
     —Bueno, al final, parece que la nena está muy bien —dijo Matusalén con cara de estar contando ovejas.
    —Si, pero tenemos que vigilar esa tos que parece que no se le acaba de marchar nunca; parece un camionero. Además, sigue sin gatear, y la mayoría de bebés de su edad o incluso más pequeños, ya gatean. Y luego está lo de los dientes, que me imagino que será lo que le está pasando a la nena ahora, que le están a punto de salir los dientes, y por eso se queja por las noches, ¿verdad mi amor? —Mami volvió a hablar y no paró hasta que llegamos a la guardería— Matusalén llegó a contar trescientas cuarenta y cinco ovejas.
            Hay un par de cosas que llevan preocupando a los padres primerizos desde hace meses: mi falta de dientes y mis escasas ganas de gatear.
            Primero: La salida de mis dientes marcara el final anunciado de mi posibilidad de seguir comiendo teta de mami. Cosa que no me apetece.
            Segundo: Gatear es para débiles. No me da la gana de estar arrastrando mi cuerpo por sucias moquetas, parquets con restos de hormigas, arañas y demás insectos asquerosos y, por último, ¿por qué lo llaman gatear si lo que de verdad estás haciendo es ser el perro de la casa?
            —¡Venga bebé, ves a buscar ese juguete!: anda, bebé, busca, busca…Buen chico —y que todo termine con una caricia en el cogote del bebé por lo bien que gatea (o perrea) en cualquier parte del mundo. Yo no quiero ser el perro de nadie.

                                            Gatea tú que puedes
 
      Los padres primerizos decidieron que no tenían que esperar ni un minuto para darme el complejo vitamínico. Abrieron el medicamento, metieron 0.45 mL de complejo vitamínico en la jeringa y me lo enchufaron en la boca sin avisar. Los peletes del cogote se me erizaron y empecé a sonreír sin sentido.
     Cuando por fin llegamos a la guardería, todos los bebés de la BabyRoom estaban gateando; y todos me enseñaban sus recién estrenados dientes. Era una especie de concurso de bebés-perros en las que el ganador se llevaba de premio un hueso de chocolate. Pedí a Nikoll que me diese a Agú, me metiese en la cuna y así pasar el subidón de Vitamina D a mi rollo, con mi colega Agú, jugando, por ejemplo, a baloncesto imaginario en la cuna.  A la mitad del partido el resultado era de claro dominio del conjunto vitamínico: Vitamina D: 59 — Gateo Básquet Club: 0. Después, me dormí.

                                   Chambao. "Lo verás"

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