“Nena, ¿te has
dado cuenta de los tres arañazos que tiene la niña en la cara?”, le dijo el
calborotas a mami al llegar a casa.
“Huy, si.
¿Quién te ha hecho esos tres arañazos, mi niña?”, me preguntó mami, que sin
esperar ninguna respuesta, me sentó en el sofá, me puso el babero rosa de Hello
Kitty y me empezó a dar puré de calabazas. Muy apropiado.
Si, había
perdido mi primera pelea contra Kimby “Pan de Kilo” y estaba eliminada del campeonato.
A veces, los estilos molones de las películas, cuando quieres ponerlos en
práctica en la realidad, no funcionan. También es verdad que todavía no tengo
mucha estabilidad en mantenerme de pie (vamos, ninguna) y me caigo si no me
sujetan. Así que, aprovechando que apoyada
sobre una sola pierna, mi estabilidad es un desastre, “Pan de Kilo” esperó a
que me pegase un leñazo del copón, y entonces me arañó sin piedad.
después de mi primera pelea a tres arañazos
Para
relajarme, me dejé llevar y me puse a escuchar de qué hablaban mis compañeros
de casa. Los padres primerizos tenían uno de esos días de conversaciones
extrañas. El primer ejemplo empezó por un estornudo mío.
“Nena, ¿te has
dado cuenta cómo le huele el estornudo a Maia? Es como el de una persona
mayor”, suelta el calborotas sin olfato.
“¿Desde cuándo
huelen los estornudos? Los estornudos no huelen, y menos los de la niña”.
“¿Cómo que los
estornudos no huelen? Han olido siempre, y los de la niña huelen a calabaza
ahora mismo”.
“Lo que huelen
son los pedos. Los estornudos, no”. Mami
me sonríe y marca el primer gol de conversaciones extrañas.
Segundo
ejemplo: Los mocos.
“¿Te has dado
cuenta que los mocos de los bebés nunca le llegan a la barbilla?”, pregunta
mami al contador de cuentos para no dormir.
“Ya. Me
imagino que la velocidad del moco en bajada, es mucho más rápida que el
movimiento de la mano con pañuelo de los padres para limpiárselos. Pero eso
debes saberlo tú mejor que yo. Siendo doctora en Física, ¿no calculabais ese
tipo de cosas en la facultad?”.
“Si,
calculábamos la velocidad del moco y el efecto burbuja de los pedos en las
bañeras, no te fastidia”. Mami vuelve a marcar un gol por la escuadra. El
limpiador de mocos lento, me mira y gira la cabeza. “Tú madre está como una
regadera”. Dos a cero.
El tercer
ejemplo vino cuando yo estaba a punto de terminar la cena.
“No sé si Maia
tiene ganas de cagar o es que tiene mucho sueño”, la perla del calborotas
estaba lanzada.
“Por supuesto,
la niña tiene la misma cara cuando tiene sueño que cuando quiere cagar. Aprieta
los ojillos, junta los labios así “mmm” y cierra los puños con fuerza;
entonces, a no ser que la mierda venga
acompañada con un pedete, no sabes si se va a sobar o si acaba de hacer un
zurullito. Nene, cómo estamos hoy de inspirado”. Mami marca el tercero de tacón
y se lleva la pelota después del Hat-Trick.
Pero el
contador de cuentos de horror tiene un as escondido en la manga y desbarata la
apacible tarde de mi derrota.
“Nena, acabo
de poner a lavar a Agú. Estaba hecho una pena, el pobre. Esta noche podríamos
ponerla a dormir con el nuevo muñeco, ese que se parece a Agú, ¿no?”.
¡Nooooo! Agú
estaría ahora en la lavadora. Dando vueltas y vueltas hasta que la esencia que
tanto me gusta desapareciese. Esta noche tendría que dormir con su hermano Magú,
un muñeco para morder antes de dormir, que no parecía muy de fiar.
bonita, cosiña.Abu Eli
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