miércoles, 12 de diciembre de 2012

Conversaciones de padres primerizos



“Nena, ¿te has dado cuenta de los tres arañazos que tiene la niña en la cara?”, le dijo el calborotas a mami al llegar a casa.
“Huy, si. ¿Quién te ha hecho esos tres arañazos, mi niña?”, me preguntó mami, que sin esperar ninguna respuesta, me sentó en el sofá, me puso el babero rosa de Hello Kitty y me empezó a dar puré de calabazas. Muy apropiado.
Si, había perdido mi primera pelea contra Kimby “Pan de Kilo” y estaba eliminada del campeonato. A veces, los estilos molones de las películas, cuando quieres ponerlos en práctica en la realidad, no funcionan. También es verdad que todavía no tengo mucha estabilidad en mantenerme de pie (vamos, ninguna) y me caigo si no me sujetan. Así que,  aprovechando que apoyada sobre una sola pierna, mi estabilidad es un desastre, “Pan de Kilo” esperó a que me pegase un leñazo del copón, y entonces me arañó sin piedad.

                                    después de mi primera pelea a tres arañazos

Para relajarme, me dejé llevar y me puse a escuchar de qué hablaban mis compañeros de casa. Los padres primerizos tenían uno de esos días de conversaciones extrañas. El primer ejemplo empezó por un estornudo mío.
“Nena, ¿te has dado cuenta cómo le huele el estornudo a Maia? Es como el de una persona mayor”, suelta el calborotas sin olfato.
“¿Desde cuándo huelen los estornudos? Los estornudos no huelen, y menos los de la niña”.
“¿Cómo que los estornudos no huelen? Han olido siempre, y los de la niña huelen a calabaza ahora mismo”.
“Lo que huelen son los pedos.  Los estornudos, no”. Mami me sonríe y marca el primer gol de conversaciones extrañas.
Segundo ejemplo: Los mocos.
“¿Te has dado cuenta que los mocos de los bebés nunca le llegan a la barbilla?”, pregunta mami al contador de cuentos para no dormir.
“Ya. Me imagino que la velocidad del moco en bajada, es mucho más rápida que el movimiento de la mano con pañuelo de los padres para limpiárselos. Pero eso debes saberlo tú mejor que yo. Siendo doctora en Física, ¿no calculabais ese tipo de cosas en la facultad?”.
“Si, calculábamos la velocidad del moco y el efecto burbuja de los pedos en las bañeras, no te fastidia”. Mami vuelve a marcar un gol por la escuadra. El limpiador de mocos lento, me mira y gira la cabeza. “Tú madre está como una regadera”. Dos a cero.
El tercer ejemplo vino cuando yo estaba a punto de terminar la cena.
“No sé si Maia tiene ganas de cagar o es que tiene mucho sueño”, la perla del calborotas estaba lanzada.
“Por supuesto, la niña tiene la misma cara cuando tiene sueño que cuando quiere cagar. Aprieta los ojillos, junta los labios así “mmm” y cierra los puños con fuerza; entonces, a no ser que la mierda venga acompañada con un pedete, no sabes si se va a sobar o si acaba de hacer un zurullito. Nene, cómo estamos hoy de inspirado”. Mami marca el tercero de tacón y se lleva la pelota después del Hat-Trick.
Pero el contador de cuentos de horror tiene un as escondido en la manga y desbarata la apacible tarde de mi derrota.
“Nena, acabo de poner a lavar a Agú. Estaba hecho una pena, el pobre. Esta noche podríamos ponerla a dormir con el nuevo muñeco, ese que se parece a Agú, ¿no?”.
¡Nooooo! Agú estaría ahora en la lavadora. Dando vueltas y vueltas hasta que la esencia que tanto me gusta desapareciese. Esta noche tendría que dormir con su hermano Magú, un muñeco para morder antes de dormir, que no parecía muy de fiar.

                                   me pones mi postre de pera y manzana o qué?


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