La idea me
saltó a la cabeza como un piojo. Me picó y se la conté a Amelie rascándome el
cogote.
“Les vamos a
hacer Castillos Humanos: Seremos Los Castellers de Mawson Lakes”.
Amelie flipó
en colores y esperó que le siguiese contando de qué iba eso de Los Castellers.
Un Castillo
Humano o “Castell”, es una torre humana de varios pisos de altura que se viene
construyendo tradicionalmente en Catalunya, desde hace más de doscientos años.
Leí la entrada de la Wikipedia y le enseñé un par de fotos.
“Molaría hacer
ese Pilar de 8 amb folre i manilles”, les dejaría boquiabiertos”, soltó Amelie
totalmente convencida de la idea.
Dejé que mis
neuronas de la creatividad trabajasen: Las cuidadoras podrían hacer de cama en
el caso de que el Castell se cayese. Como están todas bastante gordas, la
posible caída sería menos dolorosa. Debajo se pondrían los bebés más mayores:
el chino, que ya había dejado de ser simpático y ahora era el BFF de El
Coreano, la repipi de las coletas y la rubita del pañal apretado. Luego
vendrían el resto de bebés. Entre ellos estaba Kooper; el chulito del suburbio
más cutre de la zona norte. Es guapete y tiene el pelo pincho, de malote, que
tanto nos gusta a Amelie y a mí, pero es demasiado llorón. En este mundo no se
puede ser quillo y pasarse el día llorando. Se lo he dicho más de una vez.
“Kooper, neno, tus padres van a volver. Lo sé que es duro, que echas de menos a
tus juguetes, pero tienes que aguantar”, le dije el viernes.
El resto de
manada se dejaría llevar.
ideando la estrategia para conquistar a la manada
Mientras
seguía contando mi idea de los Castellers a Amelie, de repente escuché una voz
que me cortó la creatividad en seco:
“Tenéis que
hacer algo australiano al 100%. Aquí todos somos Aussie. Dejaros de chorradas
multiculturales. No sirven para nada”.
La voz de
Amaya surgió del fondo de la clase. Estaba estirada junto a los juguetes de
goma sujetando la cabeza de un payaso que había perdido la sonrisa. A pesar del
nombre, Amaya era más Aussie que nosotras dos juntas. Sus dos padres lo eran, cosa que
no podíamos decir ni Amelie (madre francesa), ni por supuesto yo: mami gallega
y calborotas charnego-catalán.
Amaya es un
poco oscurilla y tiene nuestra edad (bueno es dos semanas más vieja que yo, que conste en acta). A
pesar de las apariencias, parecía buena nena y había que tenerla de nuestra
parte.
“¿Y qué
recomiendas que hagamos?”, le pregunté.
“Hay que
atacarles con un baile original. 100% Australiano”, contestó ella acariciando
el pelo naranja del payaso sin sonrisa.
“Tenemos que
hacer algo con animales”, dijo Amelie mientras sujetaba un koala de plástico en
una mano y un canguro de goma en la otra.
Los juguetes
que tenía Amelie en las manos me dieron la respuesta.
“¡Ya lo tengo!
Quieren algo Aussie, pues lo van a tener. Chicas, nos vamos a inventar “El
Baile del Canguro y el Koala”, les dije a mis dos amigas.
La venganza
contra El Coreano no había hecho más que empezar.
artista 100% Aussie. Mi inspiración para crear el baile del canguro y el koala. 12:05 de música brutal: para mear y no echar gota
Estaría bien disfrazarlas de canguro y koala.
ResponderEliminarQue tierna se ve en la foto. Ab Eli