Llevo tres
días en la guardería y las cosas no van como yo me esperaba. Mi HipoPedoEructo
ha dejado de ser lo más y ya no es cool. La manada se ha sublevado y no me hacen caso. La
culpa la tiene la llegada de Park, El Coreano.
Ha instaurado
bailar el Gangnam Style cada dos horas: a las 9, a las 11, a las 13, vamos, las
horas en que Amelie (mi BFF: Best Friends Forever) y a mí nos toca dormir. Las
dos seguimos la misma rutina de sueño y comida. Tenemos madres científicas que nos machacan con
horarios pegados al culo: “A las 7 despierta a la niña que si no ya no duerme
esta noche, que la tenemos que poner a dormir a las 7 de la noche, en punto,
porque si le damos de comer a las 5:20, tenemos 40 minutos hasta que den las 6
y luego toca el baño…”, los que conocéis a mi mami sabéis que esta retahíla de
frases interminables las podría haber dicho ella sin despeinarse. El calborotas
hace años que no se despeina. (Me la había dejado a huevo).
Volvamos a El
Coreano. Park ha llegado para quedarse. No nos importa la edad que tiene, ni si
los mocos coreanos son menos agresivos que los chinos o qué, pero nos está
empezando a cargar. Amelie me ha comentado que no podemos dejar que la manada
se nos descarríe. Mientras tanto, el resto de clase baila como posesos el
Gangnam Style (es una pena que no tenga un video o fotos que lo corroboren,
algún día las saco y os las enseño)
la maldita canción de El Coreano
“Tenemos que
hacer algo Maia”, me dijo Amelie el miércoles.
“Lo sé; este
coreano nos ha puesto las cosas difíciles; ni siquiera mi arma letal les hace
gracia ya”, en ese momento lancé un HipoPedoEructo que pasó desapercibido.
“Tenemos que
mantenernos despiertas y bailar el Gangnam Style, por lo menos a las 11 y a la
una, que es cuando éstos están más revoltosos”, Amelie quería aguantar
despierta y saltarse la rutina de nuestras madres. Tenía que pensar en algo que
volviese las miradas del resto hacia nosotras y dejar a El Coreano colgado con
su estúpido baile.
“Yo podría
volver a poner de moda La Macarena”, le solté desesperada a Amelie.
“Tía, eso
nunca. Volver a La Macarena, no. Igual un baile regional francés del área de la
Alsacia, podría colar”
“Nena, estamos
locas o qué. Si tenemos que poner de moda un baile regional, les bailo una muñeira y lo flipan”.
“No lo veo. Y
ese baile catalán tan famoso, ¿cómo se llamaba?”
“¡Una sardana!
Eso no lo aguanta ni un adicto al éxtasis colocado de pastillas hasta las
trancas”.
Las
posibilidades se iban acabando y El Coreano seguía con sus bailes cada dos
horas.
El chino, la
repipi de las coletas y la rubita de pañal apretado estaban atontados con el
maldito Coreano. Son los mayores de clase y como ya pueden caminar se creen los
más poderosos. Teníamos que hacer algo.
“Ya lo tengo.
Mi raíz catalana me va a salvar”, le solté a Amelie con sonrisa y guiño de ojo.
“Cuenta, nena,
cuenta”, mi BFF también sonrió.
Continuará...
pensando una estrategia para desbancar a El Coreano
el bailecito se las trae, pero esta divertido! y que chachis estan las 2 en la foto, tiene que ser muy cómodo :)
ResponderEliminarSimpática la canción.
ResponderEliminarBonita la foto de Lore y Maia, Sam sigue que lo haces muy bien. Un besote. Ab Eli