jueves, 8 de noviembre de 2012

El HipoPedoEructo



Tenía 45 minutos para controlar la manada de bebés de 5 a 18 meses que iban a ser mis futuros compañeros de guardería. Cinco minutos antes de la hora indicada, aparcamos el coche con cuidado de no ser vistos por ninguno de ellos. Me coloqué mi sombrero de colores, me subieron los calcetines de elefantes rosas hasta los gemelos y me abracé a mami con firmeza. El calborotas de bíceps invisibles tocó el timbre. Tres veces, como el cartero. Una señora de dientes amarillos y pelo encrespado, como si de una estrella del rock de los ochenta se tratase, abrió la puerta. Evidentemente, sonreía, por eso pude verle los dientes. Saludó a los padres primerizos y nos enseñó dónde estaba la habitación de los bebés de 5 a 18 meses. Entré en la habitación segura de mí misma. El sombrero de colores calado hasta las cejas y los calcetines a punto de salirse de los pies.

                                        enfilando mis pasos hacia la guarderia

La primera impresión es la que queda, así que jugué mis cartas con decisión y actué. Me quité el sombrero y dejé que mi melena morena al viento luciese en todo su esplendor. Los comentarios no tardaron en aparecer. Los de ellas eran de pura envidia: “¡qué pelazo!”, dijo una de cara rechoncha; “esta morenaza nos va a dar muchos quebraderos de cabeza”, soltó una rubita enclenque que ya caminaba. Los de ellos se podían adivinar por la mirada perdida, la boca abierta y los mocos colgando hasta la comisura de los labios: “mmm mmm”, emitió un rubito de ojos azules demasiado repeinado para mi gusto. El resto no conseguía cerrar la boca y los mocos se colaban hacia dentro irremediablemente.
La habitación empezaba a ser mía. Los juguetes iban cayendo al suelo a cada mirada. Un chino simpático de unos 9 meses me ofreció su juguete con los ojos abiertos como platos de postre (era chino, recordad). Una rubia de pañal apretado y coletas repipis le quitó el juguete al pobre chino. Se sorbió los mocos y me buscó con la mirada. No me encontró porque yo ya estaba sentada en el suelo delante de Amelie, la hija de Melanie, una amiga de mami, que pronto se convertirá en mi mejor amiga. Con la mirada me contó que las dos éramos las más pequeñas de la guardería y que aquel sitio necesitaba un poco de orden. Pillé la indirecta e hice lo que tenía que hacer. Si hay algo que sé que funciona para demostrar mi poder de seducción es una cosa que suelo hacer en la intimidad. Algo que unos pocos privilegiados han conseguido. Tres reflejos fisiológicos que dejan boquiabierto al más pintado. Abrí la boca tras sentir el picor típico en la nariz, contraje el diafragma con el oxígeno adecuado y relajé el esfínter; todo en el mismo instante. Un segundo de concentración absoluta y allí dejé mi carta de presentación: El HipoPedoEructo. Los tres reflejos fisiológicos en el mismo instante. La habitación de la guardería ya era mía. En una semana estaría allí para controlar a esos enanos.
Los mocos de los bebés siguieron cayendo hasta la comisura de los labios.

                                          mi reinado está a punto de empezar...



3 comentarios:

  1. pues en esa foto mas bien parece que no quiere separase de mami

    ResponderEliminar
  2. Difícil momento para Lore y para Maia. Me enternece un montón. La vida está llena de decisiones que hay que afrontar según el momento. Me imagino que poco a poco os iréis acostumbrando. Un enorme abrazo.
    Ab Eli

    ResponderEliminar
  3. Estoy deseando saber como le fue en la guardería, pobrecita es tan pequeñita que no puede contar su experiencia. Un besote ab Eli

    ResponderEliminar