El diseñador
de juguetes se levanta cada mañana temprano, se dirige al baño y contempla su
gran creación: el patito de goma amarillo. Se mira al espejo y se ve viejo.
Luego vuelve a mirar a la bañera y piensa que ese primer prototipo de patito
tenía el pico muy alargado, un tono amarillo demasiado chillón y el culo gordo.
Luego lo mejoró y se hizo millonario. Ahora dirige un centro de creación de
juguetes para bebés.
Yo también tengo mi patito de goma amarillo, es mohíno,
chillón y algo pedorro, pero me acompaña en mis baños diarios y no se queja
demasiado, cosa que es de agradecer. Después están el resto de mis juguetes,
que han sido creados por alumnos aventajados del diseñador del patito de goma
amarillo.
con mi patito de goma
Mi libélula
Libe, me contó que su creador fue un ex yonqui de mucho cuidado: “un
politoxicómano colgado que un día se topó con el Señor Patito, le dejó que me
creara; y así salí”, me contó Libe el primer día que entró en casa. Libe tiene
los ojos saltones, la lengua moviéndose todo el rato fuera de la boca y tiene
comportamientos raros que hacen que muchas veces se le vaya un poco la cabeza.
Otro buen
amigo mío es Pajarruqui, el obeso pájaro que no puede volar. Su creador fue un
zampabollos de raya al medio y gafas de culo de botella que “nunca había tocado
teta” (palabra de Pajarruqui). El pájaro que no vuela sabe cosas inútiles que
no sirven para nada, pero nos lo pasamos bien con él. Un ejemplo de sabiduría inútil
de Pajarruqui: “¿Quién fue el campeón de Aikido en los últimos Mundiales del
2011?”, preguntó una vez. Y el resto de juguetes y yo nos miramos con cara de
“este pájaro debería ponerse a dieta y echar a volar”, le sonreímos, suspiramos
y nos dijo el nombre de un japonés que nos importaba un pimiento.
También está el
caballo Tallarín, de patas finas y cuerpo rechoncho, que lleva en su lomo montado
al misterioso caballero de la armadura de fieltro morado; esta pareja mal
avenida fue creada por un disléxico hiperactivo que sólo iba a trabajar los
días pares. “El día que el jefe le dijo que tenía que terminarnos, quedásemos
como quedásemos, le faltaba elegir qué patas ponerme, y así me va”, me contó al
oído el caballo Tallarín el otro día. Tallarín cree que el cerebro del
caballero está colocado del revés.
Mi mejor amigo
es Agú, un osito gay con capa azul, que tiene miedo a salir del armario para evitar
represalias y que no lo maltraten cuando yo no estoy a su lado. La diseñadora
de Agú fue una chica que a los 15 años se dio cuenta que quería ser chico, se
operó, se cambió de sexo y luego se dio cuenta que en realidad lo que le
gustaban eran los hombres. Vamos, algo así como un transexual gay de ideas retorcidas.
“Maia, ¿dónde
estás mi niña?”, el calborotas sin glamour me busca. Mi cuerpo tendrá que
apurarse en cagar algo espeso y apestoso. Hace demasiados días que le dejo ese
deber a mami y no se lo merece.
Otro día os
cuento más sobre mis amigos los juguetes.
Pajarruqui, Tallarín, Agú y Libe
Agú es el osito español en Australia. Se marchó un día con su amada y no volvio a España.¿ tendra permiso de residencia ?, sus compañeros son australianos y ¿sabrá comunicarse con ellos?....
ResponderEliminarUn besote,Ab Eli.
la verdad es que destaca sobre todos los demas, son todos muy coloridos salvo él, aunque ninguno a sufrido tanto por amor, a base de chupetones, mordisquitos, etc jejeje
ResponderEliminarme encantan estos diseñadores de juguetes tan divertidos